viernes, 23 de noviembre de 2007

de Rafael de León

HORA

Me acordaré de ti todas las noches, a las once,
en la plaza sin la luna de tu ausencia
pronunciaré tu nombre
con el mismo temblor del primer día,
todas las noches a las once…
Y aunque esté en un café, o en un teatro
o en un duelo, sin que nadie me importe,
te llamaré subasta de mi pena,
todas las noches a las once…
Y si la gente, que importa la gente!!
no sabe, no comprende, no conoce lo que es amor,
que aprenda de mis labios
todas las noches a las once…
Que cariño no es nube ni melindre,
sino sangre, canción, olvido y monte,
se quiere así gritándolo a los vientos,
todas las noches, a las once…
Y un día llegará que Dios me oiga!!
que cuando vaya a pronunciar tu nombre,
tu estés bajo la lluvia de mis besos,
a las diez, a las once y a las doce.

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