En algún momento un médico determinará que mi corazón ha dejado de funcionar y que mi vida ha terminado. Cuando esto suceda, no traten de revivirme artificialmente y donde quiera que me encuentre, no lo llamen mi lecho de muerte, llámenlo "mi lecho de vida", y dejen que mi cuerpo ayude a que otros gocen de una vida plena:
- Den mi vista a alguien que nunca haya visto un amanecer.
- Den mi corazón a quien el suyo no le haya causado más que interminables días de dolor.
- Den mi sangre a algún adolescente rescatado de entre las ruinas de un automóvil para que algún día pueda llegar a gozar del juego de sus nietos.
- Den mis riñones a quien dependa de una máquina para seguir existiendo.
- Tomen todos mis huesos, músculos, fibras y nervios y hagan caminar a un chico lisiado.
- Exploren cada rincón de mi cerebro y tomen mis células para que un niño mudo pueda gritar un goooool, y una niña sorda pueda oír la lluvia contra los cristales de la ventana.
- Si tienen necesidad de enterrar algo, les dejo mis defectos y todos los perjuicios que causé a mis semejantes.
- Y si por casualidad quieren recordarme, háganlo con una buena palabra o acción para quien lo necesite.
anónimo
No hay comentarios.:
Publicar un comentario