miércoles, 22 de agosto de 2007

de Federico García Lorca

“LA CASADA INFIEL”

Y que yo me la llevé al río
creyendo que era mozuela, pero tenía marío.
Fue la noche de Santiago y casi por compromiso
se apagaron los faroles y se encendieron los grillos.
En las últimas esquinas toqué sus pechos dormidos
y se me abrieron de pronto como ramos de jacintos.
El almidón de su enagua me sonaba en el oído
como una pieza de seda rasgada por diez cuchillos.
Sin luz de plata en sus copas los árboles han crecido
y un horizonte de perros ladra muy lejos del río.
Pasadas las zarzamoras, los juncos y los espinos
bajo su mata de pelo hice un hoyo sobre el limo.
Yo me quité la corbata ella se quitó el vestido
yo el cinturón con revolver ella sus cuatro corpiños.
Ni nardos ni caracolas tiene el cutis tan fino
ni los cristales con luna relumbran con ese brillo.
Sus muslos se me escapaban como peces sorprendidos
la mitad llenos de lumbre la mitad llenos de frío.
Aquella noche corrí el mejor de los caminos
montados en potra de nácar sin brindas y sin estribos.
No quiero decir, por hombre, las cosas que ella me dijo
la luz del entendimiento me hace ser muy comedido.
Sucia de besos y arena yo me la llevé del río
con el aire se batían las espadas de los lirios.
Me porté como quien soy como un gitano legítimo
le regalé un costurero grande, de raso pajizo.
Más no quise enamorarme porque teniendo marío
me dijo que era… mozuela cuando la llevaba al río.

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